HAGAMOS PAZ

*PAZ INTERIOR: 

   La paz interior es aquella certeza de bienestar emocional y espiritual; es la tranquilidad profunda que nos llega cuando somos capaces de desconectarnos de la terrible batalla que mantenemos con nosotros mismos, es el sentimiento bien fundado y de unión que tenemos cuando nos liberamos de las preocupaciones, del sufrimiento, el dolor, el estrés, el miedo y entonces somos conscientes de las incontables maravillas que nos ofrece la vida.
    La paz interior llega cuando nos apartamos mental, emocional y hasta físicamente de los conflictos y de todo aquello que creemos erroneamente que debemos decir, hacer o defender. La paz interior se convierte en una realidad cuando decidimos intimamente trasladarnos de la tristeza y las preocupaciones a la tranquilidad y la dicha.

   Si queremos llegar a esas realidades positivas, es necesario desbaratar algunos de los obstáculos personales que nos lo impiden, como lo son el miedo al futuro y las lamentaciones sobre el pasado. El viaje completo a la paz interior empieza cuando evadimos los caminos de la envidia y del que dirán, los desvíos de la impaciencia y las calles sin salida de la terquedad y la ignorancia.

   En este recorrido, la oración en meditación es una forma de desarrollar la conciencia y el entendimiento en todas las áreas de la vida, para alcanzar la paz interior y para conservarla.

   La reflexión y la meditación nos llevarán a una nueva perspectiva. Nos daremos cuenta de que nuestros conflictos interiores no son eternos, y entonces, aquella energía negativa puede ser utilizada ahora para vivir y obrar positivamente.
   Los quehaceres apurados de la vida cotidiana y los conflictos que cargamos nos consumen. Nos sentimos cansados y nuestra energía se fragmenta, por ello es imprescindible encontrar una base firme para nuestro bienestar. La Paz Interior es esa base; porque la paz engendra energía y el aumento de energía física y espiritual es consecuencia de nuestro descubrimiento de esa calma interior, y en el empleo efectivo de esta fuerza tendremos menos probabilidades de derrochar recursos vitales en preocupaciones, lamentos, culpas, indecisiones y estupideces.

   La paz interior es la energía que puede curarnos individualmente y curar al mundo, convertirnos en seres libres para ser felices y hacer felices a otros, especialmente a los que amamos.

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* LA FAMILIA, EL NIDO DE LA PAZ:
La paz del mundo se construye desde la paz que nace de las familias. Todos podemos poner algo de nuestra parte. La relación que existe entre familia y paz es profunda.
El Papa Benedicto XVI, en su mensaje para la Jornada mundial de la paz en el 2008, habla precisamente de la familia como “comunidad de paz”.

La familia permite experimentar algunos elementos esenciales de la paz: la justicia y el amor entre hermanos y hermanas, la función de la autoridad manifestada por los padres, el servicio afectuoso a los miembros más débiles, porque son pequeños, ancianos o están enfermos, la ayuda mutua en las necesidades de la vida, la disponibilidad para acoger al otro y, si fuera necesario, para perdonarlo.

Por eso, lo mejor que puede hacer cualquier estado es proteger y promover la institución de la familia. Al revés, un estado avanza hacia la violencia y la injusticia cuando daña o incluso destruye el núcleo fundamental, el “nido” (así llama el Papa a la familia) donde se aprende a vivir para la paz.

Benedicto XVI enumera algunos de los peligros que van contra la paz al atentar contra la familia: “todo lo que contribuye a debilitar la familia fundada en el matrimonio de un hombre y una mujer, lo que directa o indirectamente dificulta su disponibilidad para la acogida responsable de una nueva vida, lo que se opone a su derecho de ser la primera responsable de la educación de los hijos, es un impedimento objetivo para el camino de la paz”.

La familia merece, por lo tanto, ser tutelada, también en aspectos tan importantes como la vivienda y la educación. Señala el Papa cómo cada familia tiene necesidad de una casa, del trabajo y del debido reconocimiento de la actividad doméstica de los padres; de escuela para los hijos, de asistencia sanitaria básica para todos.

La paz del mundo se construye desde la paz que nace de las familias. Todos podemos poner algo de nuestra parte. Todos podemos acoger la invitación que el Papa dirige “a todos los hombres y mujeres a que tomen una conciencia más clara sobre la común pertenencia a la única familia humana y a comprometerse para que la convivencia en la tierra refleje cada vez más esta convicción, de la cual depende la instauración de una paz verdadera y duradera”.

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